Unos harapos oscuros y llenos de polvo cubrían mi maltratado cuerpo, tenía las manos encarceladas en dos cadenas que estaban enganchadas a la pared. Miraba al suelo, con una única esperanza, con el anhelo de que se cumpliera. Despues de que me hubieran desechado como a un objeto me habían mandado al mercado de esclavos, y me hallaba en la sección de Gedras, que era en la que más esclavos había. ¿Por qué nosotros? ¿Por qué existimos? ¿Por qué nos hacen esto?
Eso eran preguntas que nadie podría ni querría responderme.
Con la mirada seguía las hierbas secas que adornaban el baldío suelo en el que me hallaba tirado, también veía pasar los pies de los compradores ansiosos de un esclavo inocente y blando con el que poder jugar. Pero... oh... si cayeran en mi engaño, poco pasarían a mi lado...